Ella fue quien devino de hechicera en ceniza y transgredió los siglos adquieriendo entereza casi inmune, sembró una hoguera en el recóndito núcleo de su alma, y lo rodeó de una gruesa capa de hielo.
Ella siguió soñando a escondidas, creyendo sentir, y cuando en carne se le presentó la mujer alada que su hiel onírica forjó, la desvistió de encanto al verla tan humana...pero luego, tarde supo que la misma se tornaría su irracional razón de latir, tarde...cuando los ecos de la mujer onírica pronunciaron ausencia.
El muro hermético permaneció impenetrable y su escondida hoguera ardió furibunda cuan volcán, porque nunca permitió derretirse para que sus flamas palparan los anhelos descascarados...
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