acompaña mi soledad
con gélidas alas calidamente la abraza
pero sus lágrimas enerva cuales gotas de mar.
Los otoñales soplos de su eternos atardecer emana,
su alma petrifican hasta su sangre liberar
y los suspiros que coagulan su agonía
es cruelmente el mismo pie que su crujir produce sin piedad.
Frágil y perniciosa la soledad es...
al encarnarse en una rosa marchita
que el paisaje de una cripta adorna,
esos pétalos...a un ramo jamás pertenecerán.
Agobiante es llevar lo inexistente a cuestas
este anhelo, mi fantasma
¿cerrará los ojos por mientras vuelo
en busca de la verdadera inercia del silencio?
Viejo poema que engendre en mi taller literario...
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