Al inmenso centro del candil.
Morí en cada brizna de distancia.
No es sosiego, es inercia
Este mar no cobija obscuridades,
Inmortaliza vacíos colmados.
La mascara de toda vorágine
Me impide transitar el sendero
Donde las muertes renacen.
Serpenteas resquemores fermentados
Mientras la fuga retrocede
Allí, en la grieta del martirio
No retuerzas tempestuosas impotencias
No desparrames más ausencia
Porque el desierto no sabe llorar…
1 comentarios:
en buena hora vengo a descubrir este otro lado
me gusto tu blog y sus poemas
besitos
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